La fama de la Fama

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En la agencia nos dedicamos a mejorar y extender la fama de nuestros clientes. Ellos se acercan para ser estrellas, para que los miren y quieran más. Las marcas y las personas buscan reconocimiento. Pero, ¿qué es la fama? ¿Por qué la deseamos? ¿De dónde proviene? ¿Por qué es contagiosa?

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, “fama” se refiere a una noticia o voz común de algo, una opinión que las gentes tienen de alguien. El poeta Virgilio describió a la fama, en el libro IV de La Eneida, como un monstruo ágil de alas y pies, horrendo y gigantesco, cubierto de plumas, con múltiples ojos, orejas, bocas y lenguas. Esta extraordinaria imagen representa la enorme capacidad receptiva y transmisora de la fama. Su poder inspiraba a guerreros deseosos de hazañas eternas, a políticos sedientos de gloria y a otros mortales hambrientos de inmortalidad. Pero, la fama antigua, como la de Hollywood, tenía un perfil monstruoso. Cuentan que volaba más allá del bien y del mal, captando y extendiendo los rumores de los hombres sin importar si eran verdaderos o falsos, positivos o negativos. De esta manera, podía propagar mentiras, dotar de prestigio a tiranos o llevar mensajes con efectos devastadores, como el oráculo que dispara una guerra.

Es notable la semejanza entre el mito antiguo y los modernos medios de comunicación. Aunque el ser alado griego parece un pichón al lado de nuestro monstruo. Los pies y las alas mutaron a fibra óptica y satélite, los múltiples ojos inmunes al sueño evolucionaron a cámaras, las orejas se transformaron en micrófonos, las múltiples lenguas se desdoblaron en tapas de diarios, cables, transmisiones y virales online… ¿Por qué creció de manera exponencial el poder comunicativo de la Fama?

Ensayaré una respuesta poco convencional. Sopecho que todo comenzó con un pacto entre los griegos y la diosa Feme(Fama). Fue idea de ella. Paradójicamente, Fama quería hacerse más famosa. Pero no podía hacerlo sola. Porque existía entre los hombres y los dioses, dependiendo de ambos. Por lo tanto, decidió negociar con los griegos que se acercaban a al altar que le habían construido en Atenas. La propuesta fue irresistible. Fama los ayudaría a trascender como civilización susurrándoles secretos del mundo de los dioses. A cambio, los griegos servirían de mensajeros de la una idea capaz de erigir a la Fama como diosa suprema, se llamó Democracia. Y así fue.

Desde entonces los griegos marchan filosofando por la mente de todas las generaciones. Y gozan de la fama de haber inventado la fábrica de conceptos con los que occidente piensa aún el mundo. Como contraparte, ellos transmitieron el concepto de democracia que inspira nuestro sistema político, económico y social. En este modelo todo el poder se concentra en la Fama, en la voz pública. La “opinión que las gentes tienen” de los candidatos políticos decide las elecciones y “la opinión que las gentes tienen” de los productos decide la economía. Hoy nuestros clientes se acercan a pedir lo mismo que hace dos mil años pedían los griegos.

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