A simple vista una máquina REP-RAP es como una servicial araña mecánica que teje con su pico, a la velocidad de la luz y con hilos de plástico, el objeto en tres dimensiones que le ordenemos. Es ideal para obtener prototipos industriales. Pero sirve también para “imprimir” cualquier cosa corpórea que podamos diseñar o escanear, desde moldes odontológicos hasta juguetes, repuestos de automóviles, zapatos, cubiertos, una réplica de nuestra cara, una escultura o lo que imaginemos.
Sin embargo, REP-RAP es mucho más que una impresora 3D de objetos de plástico o un chiche novedoso. REP-RAP es un revolucionario concepto de máquina-fábrica, un nuevo modo de producción comunitaria, posibilitado por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
No es casual que las dos primeras impresoras REP-RAP lleven el nombre de “Darwin” y “Mendel”. Después de todo se inspiran en las teorías de la evolución de las especies y de la transmisión por herencia de padres a hijos. Porque como un organismo vivo estas máquinas pueden construir sus propias piezas, para repararse como individuo o replicarse como especie. Pero lo más increíble es que, a diferencia de la reproducción mecánica de la era industrial, puede también “fabricar” sucesores más evolucionados.
Para lograrlo dependen de una relación simbiótica con una comunidad de hombres. Estos son los agentes necesarios para ensamblar las piezas, actualizar diseños, enriquecer el material, mejorar los softwares (siempre de código abierto). Por eso, este proyecto funciona como desarrollo colectivo, siendo toda una comunidad global con acceso a las licencias la que participa de los “up grades” tecnológicos, intercambia su saber en diferentes foros, difunde las máquinas y diversifica sus usos.
En la novela del siglo XIX, Frankestein cobra vida gracias a la descarga eléctrica concentrada de un rayo que cae del cielo. En la realidad del siglo XXI, REP-RAP vive alentada por múltiples y continuos aportes que suben a la “nube”.
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